La MU-DANZA de Cesc Gelabert

Hace un par de días regresó una amiga de España donde vivió por 4 años. Tras haber estudiado una maestría en Comunicaciones, y pasar por un par de empleos en editoriales europeas, estuvo 7 meses sin empleo.

"Mamá me dijo regresa y no lo pensé dos veces", me cuenta.

Mientras me dice esto, recordaba un artículo que leí sobre Cesc Gelabert, coreógrafo maravilloso que visitó el país hace unos años. La suerte también le ha sido ajena en un temporal económico que tiene entre sus menos recientes víctimas al arte.  A finales de junio, Gelabert anunciaba su partida del estudio de Barcelona, espacio que vio lo mejor (y lo peor) del creador por más de 25 años. Las razones eran evidentes, reducción de costos y subvenciones que aún no tienen fecha de llegada.

Pero ¿qué pasa por la mente de un artista cuando su segunda casa muere abruptamente, sin un espacio para el duelo y por una enfermedad no buscada?.

Gelabert se despide de una forma visiblemente minimalista (hoy por hoy uso mucho esa palabra), algo común en sus procesos. Teléfono en mano, se lanzó a grabar doce videos de despedida que tituló "Domenech" nombre de la calle donde se ubicaba el estudio.

Este es el registro de una despedida que tiene como único protagonista al coreógrafo, como escenario el antes estudio de Domenech y como espectador a alguien en el mundo (y ahora sí me refiero a mí mismo) que aún se pregunta cómo hace uno para despedirse de un hogar.
 

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