Setiembre

A mis queridos lectores,
No nos conocemos. Al menos no en persona. No hace falta. Todos de alguna u otra manera hemos vivido situaciones similares. Happenings felices, separaciones dolorosas, reuniones melancólicas... Todos también si estamos leyendo esto hemos vivido un 11 de setiembre. Me tomo la libertad de repostear un texto que escribí hace 2 años. Acababa de regresar con quien hasta hoy me acompaña y aún no sabía bien cuan azul puede llegar a ser el futuro. 

Cuando estaba en el colegio, una amiga escribió una carta para mí: "A las 12 mira el cielo y piensa que en cualquier parte del mundo que yo esté estaré viendo exactamente las mismas estrellas que ves tú. Sientiendo lo mismo que tú. No estás solo". Hoy les pido que mientras pase el día se cuestionen: qué hacía yo un 11 de setiembre?. Y vivan. Solo vivan. De esa manera desgarradora que debe vivirse. Amen lo que les presente el camino, lloren muchísimo cuando tengan que hacerlo y nunca se sientan solos. No lo están. Porque si somos capaces de crear arte, conmovernos con los cambios que produce el tiempo en nuestros cuerpos y ver que existe realmente gente admirable en el mundo entonces es imposible pensar que después de esta tierra no haya nada más. We'll meet again. Sometime.

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Au revoir Julián / 11 de septiembre

Jamás escucharé una risa como la de Julián (Jullien se llamaba pero le encantaba que le dijera Julián). Tenía una mezcla entre un suspiro ahogado y un eco vago que simplemente te hacía reir.

Le conocí en Argentina en una época de mi vida, tan azul como sus ojos. Es curioso que a las personas más felices de mi vida las haya conocido estando tan triste.

Hay tres cosas que recuerdo de él: su amor por "Let's do it" de Ella Fitzgerald, su olor a canela seca y su afán por visitar librerías. Todo eso amaba de él. Tanto o más que esa manera tan seductora de mirar cuando pedía algo.

A veces sueño con él durmiendo; y otras llevándome a bailar a un boliche de jazz cerca a Corrientes. Las luces bajas, la voz de Nina en el micrófono y un viejito apoyado en la pared tocando un saxofón. Todo casi tan surreal como una escena de Godard.

Julián desapareció en Las Torres Gemelas.

Lo último que me dijo cuando nos depedimos en Buenos Aires fue: "Vive feliz Oli. La vida es una pasaje y tú ya tienes el de retorno. Yo todavía el de ida". Esa noche viajamos los dos y fue la última vez que lo vi en persona.

Como todos los que se fueron un 11 de septiembre, Julián buscaba la felicidad. La encontró con Daniel, un argentino que conoció en Nueva York y que como me decía: "Ronca como el metro de Argentina".

Daniel trabajaba en el World Trade Center el día del atentado y cuando Julián no pudo contactarse con él (ya esto lo presumo yo) fue a buscarlo al lugar del atentado. Ninguno de los dos regresaría a casa.

Me hubiese gustado verlo nuevamente, reírme con él, que me enseñase a tocar el piano, bailar tango como alguna vez lo hicimos en el balcón de su apartamento y contarle que soy feliz. Que soy muy feliz.

Y ya no puedo. Nunca sabré si llegó a dejarse la barba, si se seguía rascando la frente cuando no encontraba sus lentes, ni tampoco conoceré a Daniel, ese hombre que le hacía tan bien.

Au revoir Julián. Hoy te lloré.


O.

Comentarios

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