Fe
He empezado a ir a misa. No soy una persona religiosa. Creo en Dios, en la Virgen. De hecho mi mamá me enseñó cuando era pequeño esa oración que dice: "Niño Jesusito, haz que yo sea un niño bueno y obediente para tener un lugar en tu corazón...", y la uso hasta el día de hoy. Me hace sentir inocente. Bueno y tierno.
Lamentablemente el pragmatismo validado por años de decepciones de toda índole han hecho que haya perdido esa capacidad innata que tienen las personas de creer en lo que no existe pero que esta ahí. Del salto al vacío. De tener fe.
Hace muy poquito mi vida cambió. Todo lo que uno no teme se convirtió en una realidad. El paso del tiempo, la vejez, las responsabilidades, el quien cuidará a quienes amo, los viajes, terminar de pagar deudas, retomar relaciones afirmando mi cariño por los amigos, lo que uno no ha hecho aún pero que sabe que iba a hacer. Reducir todo eso en el tiempo y agilizar procesos. Resumir toda una vida en demasiado poco tiempo.
Cual máquina empiezo a coordinar tiempos, gestionar funciones, organizar horarios, sacar cuentas, y dejo de pensar en la paz espiritual de disfrutar el momento.
Pero nuevamente regreso a la fe. Y a entender por qué es que aunque crea que carezco de esa capacidad de creer, Dios no necesita de permisos para existir. He tenido la suerte de encontrar el amor y disfrutarlo por casi 8 años. Hemos vencido obstáculos grandes, problemas gigantes, y si este último no nos ha hundido seguro que tendremos la suficiente fuerza para llevar a cabo lo que toda persona busca en la vida, ser felices.
"Tengo fe. Y mucha esperanza", me dice. Y aunque cuando me lo dice, pienso en números, en años, en horarios, algo en mí me dice que sí pues, tengo fe. Una fe que va más allá de creer en mí. Tengo fe en Dios. En que pase lo que pase, él camina a mi lado y me acompaña a cada paso que doy. El futuro es muy incierto, pero ¿no es acaso así para todos?. De lo que si puedo estar seguro es que debo de dar el máximo de mí para ser feliz. Vivir. Amar.
Lamentablemente el pragmatismo validado por años de decepciones de toda índole han hecho que haya perdido esa capacidad innata que tienen las personas de creer en lo que no existe pero que esta ahí. Del salto al vacío. De tener fe.
Hace muy poquito mi vida cambió. Todo lo que uno no teme se convirtió en una realidad. El paso del tiempo, la vejez, las responsabilidades, el quien cuidará a quienes amo, los viajes, terminar de pagar deudas, retomar relaciones afirmando mi cariño por los amigos, lo que uno no ha hecho aún pero que sabe que iba a hacer. Reducir todo eso en el tiempo y agilizar procesos. Resumir toda una vida en demasiado poco tiempo.
Cual máquina empiezo a coordinar tiempos, gestionar funciones, organizar horarios, sacar cuentas, y dejo de pensar en la paz espiritual de disfrutar el momento.
Pero nuevamente regreso a la fe. Y a entender por qué es que aunque crea que carezco de esa capacidad de creer, Dios no necesita de permisos para existir. He tenido la suerte de encontrar el amor y disfrutarlo por casi 8 años. Hemos vencido obstáculos grandes, problemas gigantes, y si este último no nos ha hundido seguro que tendremos la suficiente fuerza para llevar a cabo lo que toda persona busca en la vida, ser felices.
"Tengo fe. Y mucha esperanza", me dice. Y aunque cuando me lo dice, pienso en números, en años, en horarios, algo en mí me dice que sí pues, tengo fe. Una fe que va más allá de creer en mí. Tengo fe en Dios. En que pase lo que pase, él camina a mi lado y me acompaña a cada paso que doy. El futuro es muy incierto, pero ¿no es acaso así para todos?. De lo que si puedo estar seguro es que debo de dar el máximo de mí para ser feliz. Vivir. Amar.
Comentarios
site Vertical Blinds